Efe uvedoble
Llego a casa muerto de hambre, son las seis de la tarde. Nevera, leche, armario, azucar, cajón, cuchara. Me planto delante de la taza y me acuerdo del paquete de galletas de vainilla.
A los cinco minutos he comido tantas que la leche también sabe a vainilla.
La cuchara sabe a vainilla.
El saludo de Pedro, que entra en la cocina, me sabe a vainilla.
El mundo es un paquete de Marbú gigante y yo soy una galleta de vainilla.
Sólo quiero que alguien nos baje del estante, nos pase por caja y nos saque del Pryca.
Reénvialo a todos tus amigos, es importante.
Por cada 1000 emails que Amnistía Internacional reciba, salvaremos una galleta...
A los cinco minutos he comido tantas que la leche también sabe a vainilla.
La cuchara sabe a vainilla.
El saludo de Pedro, que entra en la cocina, me sabe a vainilla.
El mundo es un paquete de Marbú gigante y yo soy una galleta de vainilla.
Sólo quiero que alguien nos baje del estante, nos pase por caja y nos saque del Pryca.
Reénvialo a todos tus amigos, es importante.
Por cada 1000 emails que Amnistía Internacional reciba, salvaremos una galleta...
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