Pantalón de Aquiles

...mi taller de costura...

febrero 06, 2007

Los niños-bala

Foto: Jim Boorman
Los bebés hicieron lo posible por hablar cuanto antes.

El público aplaudió entusiasmado y los bebés dejaron de gatear.

Estos nuevos niños eran rapidísimos.

Aborrecieron pronto el taca-taca. Tuvieron su bolígrafo, su portaminas, su habitación con vistas. La bicicleta llegó un poco tarde, pero ya habían conquistado los enchufes.

Por otro lado, el mando de la tele les condujo a su propio y flamante teléfono móvil.

Los nuevos niños, a toda velocidad, llamaron a su primera novia, a su primer cigarro, a su primera copa. Se masturbaron y se compraron una moto.

Era vertiginoso. Los nuevos niños tenían quince años y un trabajo temporal.

Entonces se drogaron, se deprimieron, se sintieron solos. Rieron bajo la lluvia y aprendieron a ayudarse.

Los niños-bala habían acabado los estudios. Tenían dieciocho, un coche, una hipoteca. Y una despedida de soltero.

Se miraron orgullosos. Habían batido todos los récords.

Habían vivido treinta años condensados en diecisiete y medio.

Entonces alguien bostezó.

Pasó un pájaro.

Y dentro del bar, una a una, caían las gotas de una gotera. Sobre un cubo negro.

No se preveía nada emocionante para los siguientes doce años.

Los niños-bala pidieron la cuenta, y se montaron sin decir nada en sus coches.

Luego se dirigieron, un poco confusos, al centro comercial más cercano.