Pantalón de Aquiles

...mi taller de costura...

marzo 02, 2005

Diana

Era la misma fachada de siempre, al final de la Calle Granada. Detrás de los yonquis y de los hippies vi la pared con restos de orín y cerveza. Hacía sol. Amarillo oscuro más gris claro es igual a verde podrido.

Se me ocurrió adivinar hasta qué altura mea la gente en Málaga, así que me puse a buscar la línea que separaba el verde del gris. No os importará mucho, pero estaba a más de un metro del suelo.

Extraje dos posibilidades: o los malagueños miden dos metros, o hacen sus necesidades apuntando al cielo.

Alcé la cabeza, buscando la diana.

Y descubrí un campanario. Encima de un edificio cualquiera había un campanario.

Jamás había conocido una casa tan completa, así que decidí entrar. Me picaba tanto la curiosidad que busqué alguna excusa para llamar al timbre. Improvisé "se me ha colado el balón en su campanario".

Y de pronto la puerta. Había un pórtico, en vez de una puerta, en aquel edificio cualquiera. Y estaba abierto.

El edificio cualquiera era una iglesia. No hizo falta llamar al timbre. Un señor de plástico me miró desde la pared.

"Ave María Purísima". No entendí el lenguaje del cura y le conté mi problema del balón. Se enfadó un poco y me pidió calma redentora.
Concluí que era imposible entenderme con él, y salí del edificio decepcionado, sin balón ni campanario.

Me entraron unas ganas terribles de orinar.

Me hice un hueco entre los yonquis, bajándome la cremallera.

No sé por qué, pero apunté al cielo.